5 - 1
Stadiao in memoriao de Solanao
Si los primeros lo pasaron pipa con goles, desmarques, enlazando grandes jugadas al primer toque y con gran orden defensivo, a los segundos se nos atragantó la tarde, la ducha, la cena y … no sigo.
La cosa empezó más o menos nivelada. Juan Carlos venía con ganas, dispuesto estrenar su casillero y presentar su candidatura al pichichi. Los suyos empezaron a encadenar oportunidades y los nuestros a verlas venir, mejor dicho, a verlas pasar. Anda que vaya saquito me llevé a casa, de los que le gustan a Míguel.
Se abrió el marcador con la típica jugada tonta: barullo en el área, que si penalti, que si no, y todos alelaos viendo cómo Jose M.G., a pase del pícaro Marcos, hace lo que tiene hacer un delantero puro, un crack: meterla hasta el fondo. Diego, toma nota, el truco está en llevarse un cacho de red entre los dientes y ¿quién sabe si más cosas? Creo que el falso penalti cambió el curso del partido … eso, o que esta vez no regaron el césped.
Y aquí se acaba la historia. Sí, como suena, la misma jugada se repite una y otra vez pero siempre en la misma portería. Fue como aquella película que escenificaba el día de la marmota: hiciéramos lo que hiciéramos el resultado siempre era el mismo. Al menos tuvieron la decencia de ir rotando a los intérpretes para entretener al personal. Y en una de estas Juan Carlos se desquitó por fin con un disparo inalcanzable. En la otra portería se aburrían como una ostra, así que Javi G.F., ante la incapacidad del pelusa para hacer gol, le lanzó un misil a Dámaso: primer tiro entre sus tres palos y primer gol azulón, aunque fuera en propia meta.
Al principio poníamos cierto empeño (por llamarlo de alguna manera) para solucionarlo. Como Paco, que se divertía a base de encadenar sombreros, caños, y tacones ante sus más fervientes admiradoras ¡qué les das bribón…!
Sin embargo Jose D. puso las cosas en su sitio con dos goles de bandera, uno por debajo de las piernas de los que, dicho finamente, fastidian y mucho. Claro que, por mucho mote arácnido que a uno le pongan, con dos manos y dos brazos no es suficiente, y lo poco que cuelga está mejor guardadito para las grandes ocasiones. Después me hizo otro … gol … de los que ves pasar y dices: “¡Qué pereza! Pa que me voy a tirar ¿Pa matarme?”
Martín le puso la guinda al pastel con el pie izquierdo… ¡qué expresión! ¿habéis probado a hacer eso alguna vez? Anda ya... ¿con el pie izquierdo? Debe ser muy chungo.
Y no subió el sexto ...quien sabe si, por experiencia, picardía o, por qué no decirlo, por morro, o incluso por misericordia del rival. En fin que fuimos pasando de la rabieta al cabreo, del cabreo a la desesperación (orillando la incontinencia verbal de algunos) y, por fin, la indiferencia. Mira por donde, algo positivo sacamos del partido: hemos aprendido a perder y salir sonrientes.